Todos solemos pensar en cambiar a los demás y poco en cambiarnos a nosotros
mismos.
El motivo es bien simple: No vivimos la realidad, sino la imagen que tenemos de ella.
El motivo es bien simple: No vivimos la realidad, sino la imagen que tenemos de ella.
Esto supone que nuestra realidad tiene que ver con el tipo de
observador que somos.
Tenemos la capacidad de observar todo lo que pasa a
nuestro alrededor, pero se nos escapa vernos a nosotros mismos en ese contexto.
Para conseguir esto, tenemos que utilizar nuestra habilidad de despertar nuestra
consciencia y ser capaces de vernos a nosotros mismos como pieza central de una
representación. De esta forma podemos ser capaces de detectar con claridad los
cambios que podemos realizar para favorecer el sistema al que pertenecemos y entender que
emociones nos llevan a pensamientos absurdos de cosas que jamas sucederan y
averiguar mejor aquellas cosas cuya probabilidad de suceder, aunque muy baja, pueden
acontecer al tratarse de un gran deseo-cambio que estamos persiguiendo desde
hace mucho tiempo.
Nunca debemos olvidar que lo imposible solo tarda un poco más.
Nunca debemos olvidar que lo imposible solo tarda un poco más.
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